Tratamiento contra la depresión
¿Qué es la depresión? ¿Cómo diferenciarlo de la tristeza?
Todas las personas hemos experimentado a lo largo de nuestra vida sentimientos de tristeza. La tristeza es una emoción básica (encontrarás más información sobre las emociones básicas en el artículo gestión de las emociones ) que nos informa de algo que nos duele, ya sea la pérdida de un ser querido, la no obtención de algo muy deseado o un sentimiento de malestar con nosotros mismos.
Cuando estamos tristes nos sentimos con menos ganas de afrontar el día, nos cuesta más relacionarnos con otras personas, tenemos menos energía y podemos necesitar expresarlo mediante el llanto. Sin embargo, cuando estamos tristes, una vez que hemos dado salida a esa emoción, podemos disfrutar de otras cosas, reír o pasar un buen rato y recuperar el nivel de energía. Esta es la principal diferencia con la depresión. Mientras que la tristeza es una emoción acotada en el tiempo y que se circunscribe normalmente a un hecho determinado que la ha provocado, la depresión es un estado emocional que se mantiene en el tiempo y que suele ir acompañado de un sentimiento de desesperanza.
Según el criterio de clasificación establecido por la American Psychiatric Association se considera que una persona sufre un episodio depresivo cuando durante 15 días o más experimenta una pérdida importante de interés o de placer;sufre cambios en el peso corporal, tanto por pérdida como por aumento importante; manifiesta cambios en el sueño, ya sea por exceso (hipersomnia) o por defecto (insomnio); sufre agitación o retraso psicomotor, es decir, hace las cosas de forma más lenta, sufre fatiga o pérdida de energía casi todos los días, tiene un sentimiento de inutilidad o culpabilidad exagerado casi todos los días; presenta una disminución en la capacidad para concentrarse o tomar decisiones y/o tiene ideas de muerte. Por supuesto se entiende que si estos síntomas se producen tras una pérdida significativa personal, laboral o económica no estaríamos hablando de un episodio depresivo mayor. Sin embargo, si la sintomatología se alargase mucho en el tiempo tendríamos que replantearnos la situación de la persona.
Dentro de la depresión podemos encontrar 3 niveles diferentes de clasificación:
Depresión leve: la persona sufre malestar, pero los síntomas son manejables provocando poco deterioro en el funcionamiento social o laboral.
Depresión moderada: el número y la intensidad de los síntomas, así como el deterioro se sitúan entre las clasificaciones de leve o grave.
Depresión grave: tanto el número como la intensidad de los síntomas son demasiado elevados para manejarlos. La persona sufre un gran malestar y se observa un deterioro importante en el funcionamiento social, laboral y físico.
Incidencia de la depresión
La depresión esta muy presente en las sociedades occidentales. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) se calcula que en el mundo hay mas de 300 millones de personas que la padecen. En concreto, en España más de 2 millones de personas sufrieron depresión en el último año. Según la misma organización la incidencia de la depresión ha aumentado un 18,4% en los últimos 10 años y sigue en aumento, lo cual no deja de ser un dato llamativo.
Hoy en día la depresión constituye una de las causas principales de discapacidad en el mundo y se estima que para 2030 puede convertirse en la primera causa de discapacidad. Entre los 30 y los 40 años es la época vital en la que más casos de depresión se diagnostican y si además, se es mujer, el riesgo de padecer depresión se duplica.
Es muy común que aquellas personas que sufren depresión también experimenten síntomas de ansiedad y viceversa. Por lo que, en estos casos, la intervención requiere de una visión más completa que pueda abarcar ambas problemáticas.
Además, es importante prestar atención a la parte física, ya que las personas que padecen depresión tienen más probabilidades de sufrir enfermedades cardiovasculares y viceversa. Por tanto, la depresión va más allá de lo psicológico y tiene repercusiones físicas, lo cual no es tan extraño ya que cuerpo y mente están en interrelación constante, aunque muchas veces intentemos hacer una separación artificial entre estas partes de uno mismo.
¿Qué puedo hacer si tengo depresión?
El primer paso es la prevención. Adquirir hábitos de higiene mental y emocional puede ser una muy buena medida de salud mental. Normalmente a un diagnóstico de depresión le ha precedido una situación en la que la persona no se encontraba bien ya sea a nivel anímico, físico o cognitivo durante un período de tiempo prolongado.
El nivel de estrés cotidiano puede hacernos caer en una rutina de deberes y “cosas importantes” que nos alejan de darnos los cuidados que necesitamos. Según la OMS está demostrado que los programas de prevención reducen la depresión. Entre las estrategias comunitarias eficaces para prevenirla se encuentran los programas escolares para promover un modelo de pensamiento positivo entre los niños y adolescentes. Las intervenciones dirigidas a los padres de niños con problemas de conducta pueden reducir los síntomas depresivos de los padres y mejorar los resultados de sus hijos. Los programas de ejercicio para las personas mayores también pueden ser eficaces para prevenir la depresión.
Si la prevención no ha sido suficiente o las circunstancias vitales nos han conducido a un estado depresivo existen tratamientos eficaces que nos pueden ayudar. Entre ellos se encuentran como protagonistas la psicoterapia y la medicación. La psicoterapia es el tratamiento de elección en las depresiones leves. En depresiones moderadas o graves se establece la medicación y la psicoterapia como las medidas más eficaces de tratamiento. En algunos casos la medicación es necesaria para ayudar a la persona a dormir mejor y a sentirse más activa, sin embargo, debido a sus contraindicaciones es fundamental administrarla con cautela y siempre bajo un estricto seguimiento profesional.
En la psicoterapia la persona que padece depresión encontrará un lugar libre de juicios en el que podrá conocer y sanar las heridas que le han llevado a esa situación. Además, irá adquiriendo herramientas que le ayudarán a prevenir futuros episodios depresivos y a recuperar el control de su vida. Dado que somos seres relacionales y que casi todos nuestros problemas se producen por el impacto de la relación con el otro o por la falta de ella, en el Centro de Psicología y Logopedia Nuria de Juan nos resulta coherente pensar que la solución a dichos problemas y la sanación se encuentre también en la relación.