Tratamiento para trastornos alimenticios

Los trastornos de alimentación, como la Anorexia o la Bulimia Nerviosa, son un creciente problema en las sociedades industrializadas. Aunque existen múltiples factores que inciden tanto en su inicio como en su mantenimiento, el culto a la imagen corporal que existe en nuestra cultura en los últimos años aparece como  un elemento determinante en la aparición de este tipo de problemas. Aunque puede afectar tanto a hombres como a mujeres, es en este último colectivo donde se  produce una  mayor incidencia de casos.

Es un trastorno de la alimentación caracterizado principalmente por atracones y métodos compensatorios inadecuados para evitar la ganancia de peso. Cuando hablamos de atracones nos referimos a: el consumo de una cantidad excesiva de comida en un periodo de tiempo corto. Suele acompañarse de una sensación de pérdida de control sobre la ingesta.

Cuando hablamos de conductas inadecuadas dirigidas a compensar los atracones, nos referimos a: el vómito auto inducido, el abuso de laxantes y diuréticos, diversos fármacos , el  ejercicio excesivo o  el ayuno.

Una actitud que es a su vez desencadenante y mantenedora de la Bulimia Nerviosa, es la preocupación excesiva por la figura y el peso corporal. También encontramos a menudo en pacientes con esta enfermedad la baja autoestima y el  perfeccionismo extremo.

La bulimia suele iniciarse al final de la adolescencia o principios de la vida adulta, y presenta una mayor tasa de incidencia entre mujeres occidentales de entre 18 y 25 años.

Según el Modelo de la Bulimia Nerviosa de Fairburn ( 1995) , existen varios factores que interactúan entre si dando lugar a un circulo vicioso que fomenta y mantiene el problema.  El factor más importante es el gran valor que el paciente da al logro de un peso o figura ideal. Esto le lleva al paciente a seguir dietas extremas que a menudo le producen  pérdidas  de control en forma de atracones. Después de estos episodios de grandes ingestas de comida, toman conciencia de que pueden aumentar de peso. Esta posibilidad les crea una elevada ansiedad, por lo que buscan maneras de eliminar esas calorías, como puede ser el vomito autoinducido.  A su vez, estos vómitos autoinducidos facilitan los atracones porque la creencia en su eficacia para deshacerse de la comida ingerida, reduce la tendencia natural a no comer en exceso.

Así mismo, la preocupación constante y excesiva acerca del peso y la figura, particularmente la tendencia a hacer depender de ellos la propia autoestima, promueve la dieta extrema y, por tanto, mantiene todo el problema.

La Terapia Cognitivo Conductual ha resultado muy eficaz en el tratamiento de este desorden alimenticio. este tipo de terapia, ademas de mejorar los atracones y purgas, también ayuda a: reducir la tendencia a seguir dietas extremas, modificar la actitud hacia el peso corporal,y disminuir otros síntomas asociados como son la depresión, y baja autoestima entre otros.

La participación de la familia es fundamental como apoyo en el proceso de curación.

La Anorexia Nerviosa es un trastorno de la conducta alimentaria caracterizado por una reducción extrema de la ingesta de comida, lo que provoca una importante perdida de peso, que se mantiene por debajo del mínimo esperable para la edad y sexo del paciente. Esta reducción de peso puede provocar en ocasiones un grave estado de desnutrición.

Los síntomas mas habituales de la Anorexia Nerviosa son :

Las psicólogas que trabajamos en el Gabinete de Nuria de Juan consideramos que es fundamental la colaboración familiar, ya que pese a tratarse de un trastorno de fácil diagnóstico, en la mayoría de los casos los propios pacientes no aceptan su enfermedad como tal.

Dada las complicaciones médicas y psicológicas de la Anorexia Nerviosa,  consideramos que requiere un abordaje multidisciplinar. ( médico endocrinólogo, psiquiatra y psicólogo). Los casos leves pueden manejarse ambulatoriamente, pero los mas graves habitualmente requieren hospitalización. Este ultimo tiene como objetivo restaurar el estado nutricional del paciente. Es importante recordar que la deshidratación y la inanición en los casos más graves pueden conducir a un grave deterioro de la salud,  e incluso, en ocasiones, la muerte.