Cuando un niño desafía a sus padres, es fácil pensar que es el único que se comporta así, o al menos que su comportamiento es peor que el de otros niños. Probablemente esta percepción lleve a los padres a censurase con frases del tipo ¿por qué no puedo  controlar a mi propio hijo? , y a sentirse bastantes solos e indefensos.

Estos niños vuelven locos a sus padres y, a veces también a otros adultos o incluso a otros niños, porque se niegan a hacer lo que los mayores les piden, porque tienen mal genio o porque se saltan las reglas habituales.

A veces les cuesta integrarse y llevarse bien con los demás, otras veces este problema interfiere en el rendimiento escolar y en el desarrollo de relaciones sociales adecuadas.

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Pero lo peor de todo, es que su conducta puede dañar seriamente la relación padres- hijo, debilitando el lazo afectivo que cualquier niño necesita para convertirse en un adulto feliz y bien adaptado.

Esta situación puede ser desmoralizadora para los padres y perjudicial para el niño.

Muchísimos padres se han encontrado en esta situación. Son todo personas normales que tiene el mismo problema: la pérdida del control sobre sus hijos.

La consistencia en la forma en que tratas a tu hijo ,cómo estableces normas, le transmites tus expectativas, le prestas atención, estimulas su buen comportamiento y reaccionas ante el mal comportamiento, es la clave para mejorar su conducta.

Un niño que se porta mal y es quisquilloso siempre pondrá a prueba tu paciencia, y es perfectamente humano que en ocasiones estés demasiado cansado como para hacer cumplir las normas, demasiado desesperado para aplicar la disciplina justamente, y demasiado frustrado como para impedir que el conflicto siga creciendo. Todo esto conduce a lo que se llama «educación inconsistente» y lo único que se consigue es que el niño se vuelva más desafiante. La mejor forma de cortar este tipo de interacción es actuar consistentemente, pero esto requerirá esfuerzo por todas las partes.

Tal vez te preguntes porque recae en ti la responsabilidad de cambiar cuando es tu hijo el que se porta mal. La explicación es sencilla. Primero, es posible que un hijo no pueda cambiar, si antes no cambias tú. Tu hijo necesita ayuda y tú eres la persona más adecuada para dársela.

En segundo lugar, gran parte de la frustración que sientes se deriva de la incapacidad para cambiar el comportamiento de tu hijo, aunque lo hayas intentado. Muchos padres se sienten aliviados cuando empieza intervenir en un área en la que ellos tienen el control, su propia conducta.

Por otro lado, lo que tienen en común todas las quejas de los padres es la provocación. Se le puede llamar resistencia, rebeldía, oposicionismo, terquedad, y otra docena de términos. Es un reiterado fracaso del niño para seguir las reglas, cumplir con los encargos o controlarse cuando está de muy mal humor.

 

La conducta desafiante se produce por un  complicado conjunto de causas. Por tanto no seas muy duro contigo mismo si no has sido capaz de comprender como tú y tu hijo habéis llegado al estado en el que estáis ahora.La conducta nunca se presenta en el vacío.

Existen diferentes fuerzas que intervienen en su comportamiento.:

1- una de ellas es el temperamento de tu hijo y otras características de su personalidad.

2- otra es la historia de la interacción entre tú y tu hijo. A lo largo del tiempo los niños reúnen una gran cantidad de información en sus archivos mentales. Con qué fuerza producen una reacción determinada,  que  consiguen cuando se porta bien ,cuando se porta mal y muchas cosas más. Y es precisamente lo que obtiene, de lo que se escapan, o lo que evitan hacer, lo  especialmente importante para comprender su conducta.

Una de las metas importantes del desarrollo de los niños es hacer que su mundo sea razonable y previsible. Tú como padre, eres una parte importante de este mundo, y la forma que tienes de hablar y de tratar a tu hijo le enseña como debe comportarse contigo.

3-La personalidad de los padres, su umbral de tolerancia ante las explosiones de genio, su paciencia etc .

4- Los acontecimientos que se producen en el entorno familiar. Los acontecimientos, las relaciones y las situaciones que se producen, tanto fuera de casa como dentro de ella, pueden afectar a la conducta del niño.

Todos estos factores modelan la conducta de tu hijo y afectan a todos los demás. A su vez cada factor vuelve a influir sobre su conducta. La irritabilidad  de tu hijo afecta a su estado de ánimo, y su mal humor hace que actúe de una forma más defensiva y desafiante. Sus problemas de conducta hacen que estéis mas irritables, lo que anima a tu hijo a mostrarse oposicionista. Esto le provoca más estrés y hace que  empeore su comportamiento.Todo se convierte en una especie de tiovivo en el que estáis inmersos toda la familia.

Buscando cual es  la causa de la conducta desafiante de un hijo hay que tener en cuenta las propias características de los padres. A menudo un niño impulsivo, excesivamente activo y movido, es educado por unos padres que tienen las mismas características que su hijo, que tienen problemas económicos, o problemas matrimoniales.

Por ello es importante que meditemos sobre cómo actuamos con nuestro hijo, qué modelo le damos. No somos perfectos como padres, y nunca debemos tener la sensación de culpa. La idea es que tu hijo tiene un problema y le queremos ayudar. Y cambiando o tratando de controlar nuestro propio temperamento, se le puede enseñar a que él controle el suyo.

Un niño que tiene problemas para controlar los impulsos puede parecer egoísta, mandón y grosero pero, pero lo que realmente ocurre es que no se puede parar a pensar en las consecuencias de sus actos. 

 

Un niño que tiene problemas para mantener la atención puede buscar más excitación y estimulación que los niños de su edad, y uno que tiene un nivel de actividad muy alto puede sentirse muy violento por tener que estar quieto y callado durante toda una sesión.

Un niño irritable o muy sensible puede mostrarse irritado por el más ligero obstáculo, puede considerar cualquier pequeño inconveniente como si fuera el fin del mundo, y puede enfrentarse a la vida con una actitud melancólica, que parece que impropia de un niño. Lo que impulsa a muchos niños desafiantes es el deseo de tener lo que ellos desean, en el lugar en el momento en que lo quieran.

Los niños desafiantes, a menudo no miran hacia adelante o hacia atrás, en el tiempo, como hacen los otros. Tienen que aprender a hacerlo. ( Extracto de Hijos desafiantes y rebeldes de R.A.Barkley).

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